Sor Fabiani – Coordinadora de Pastoral Estudiantil del Liceo Santa Marta de Vallenar.
En este itinerario, el Primer Anuncio ocupa un lugar central: ese encuentro inicial y vital con Cristo resucitado que puede transformar profundamente la vida de una persona.
Sin embargo, frente a los desafíos de hoy, surge una pregunta inevitable: ¿debemos usar las herramientas digitales para evangelizar? Al fin y al cabo, Jesús no usó redes sociales, ni plataformas virtuales, ni transmisiones en vivo; caminó entre la gente, habló cara a cara, tocó heridas y miró a los ojos. Y sin embargo, su mensaje ha perdurado más de dos mil años, transmitido de generación en generación sin necesidad de tecnología. Entonces, ¿por qué hacerlo ahora? ¿No será simplemente una moda pasajera?
Estas preguntas no son menores. En el curso sobre el Primer Anuncio de la Universidad Católica de Chile, se nos recordó que la esencia del anuncio de la fe no cambia con el tiempo, pero sí los lenguajes, los contextos y las mediaciones culturales. Hoy, la cultura digital es parte inseparable de la vida de niños, jóvenes y adultos. No podemos ignorar que gran parte de sus experiencias, aprendizajes, relaciones y emociones se tejen a través de pantallas y redes. Allí están sus preguntas, sus búsquedas y también sus soledades.
El Primer Anuncio, en su raíz, no es un discurso elaborado ni una clase magistral, sino el testimonio gozoso de que “Jesucristo te ama, dio su vida por ti y vive a tu lado cada día para iluminarte, fortalecerte y liberarte”. ¿Dónde puede resonar hoy ese anuncio? En la plaza pública, sí; en la sala de clases, también; pero, ¿por qué no en Instagram, en un reel de TikTok, en un podcast o en un canal de YouTube?
No se trata de reemplazar la experiencia comunitaria ni de reducir el Evangelio a un “like” o a un “compartir”. Eso sería una caricatura del anuncio. Se trata, más bien, de entrar en la cultura digital con creatividad, con discernimiento y con la certeza de que Dios también se revela en esos espacios. Como se nos enseña en el curso, el desafío está en generar un encuentro real, aunque sea mediado digitalmente, que abra el corazón al misterio de Cristo.
Algunos podrían pensar que evangelizar en redes es moda, pero en realidad es responder al kairós, al tiempo propicio que Dios nos ofrece. Así como San Pablo utilizó las cartas y se sirvió de los caminos del Imperio romano para llevar el Evangelio más allá de Palestina, hoy los caminos digitales son la nueva red de puentes por donde puede transitar el anuncio.
Por eso, la pregunta correcta no es si debemos o no usar herramientas digitales, sino cómo usarlas de manera auténtica, fiel y creativa. Porque evangelizar en redes no es solo publicar frases piadosas, sino generar espacios de diálogo, acompañamiento y encuentro. No es solo producir contenidos, sino sembrar semillas de sentido en medio de un mundo saturado de información pero hambriento de verdad.
Jesús no usó redes sociales, es cierto. Pero sí usó los medios y lenguajes de su tiempo: parábolas tomadas de la vida cotidiana, gestos de cercanía y signos visibles que todos podían entender. Hoy, seguir sus huellas significa también atrevernos a hablar el lenguaje de esta generación, a entrar en sus códigos y a hacer de lo digital un puente, nunca un muro.
Como coordinadora de pastoral, estoy convencida de que la misión evangelizadora exige creatividad, valentía y discernimiento. No se trata de modernizar el Evangelio, sino de hacerlo resonar hoy con la misma fuerza y frescura de siempre. Porque el Primer Anuncio no es pasado, es presente y futuro. Y si queremos que toque los corazones de los jóvenes de Vallenar, de Chile y del mundo, no podemos dejar pasar los espacios donde ellos ya viven y buscan.
Al final, lo digital no es una moda. Es el nuevo areópago donde podemos proclamar, con palabras y testimonio, que Cristo vive y quiere vivir en ti.
